19 de julio de 2022
Netflix ¿Y ahora qué?
De un modelo basado exclusivamente en suscripciones a uno con tarifas más baratas pero que incluye publicidad (ad-tier). Ese fue el anuncio que sorprendió a varios usuarios de la plataforma. Pero no a los cercanos al negocio.
En sus quince años de existencia, Netflix siempre se negó a incluir publicidad. Una práctica que sin embargo han adoptado otras compañías dentro la industria del streaming. Por ejemplo Hulu, uno de los gigantes del negocio, cuenta hace años con esta modalidad en Estados Unidos, permitiendo a sus usuarios el acceso a cientos de canales de forma gratuita, a cambio de publicidad. Si bien Hulu está lejos de tener la cantidad de suscriptores de Netflix (45,6 millones versus 220,7 en el segundo semestre de 2022), este modelo le permitió duplicar el número de usuarios en 2019. La pandemia aumentó el consumo de contenido, pero los factores económicos han forzado a los usuarios a buscar alternativas a las suscripciones pagadas.
Pero además, en los últimos años, varios usuarios -y me incluyo en este lote- han comenzado a sufrir lo que los anglosajones llaman “subscription fatigue”, (una fatiga de suscripción):
- ¿Quieres ver Stranger Things? ¡Subscríbete a Netflix!
- ¿Te interesa ver el estreno de la cuarta temporada de Westworld? ¡Subscríbete a HBO MAX!
- ¿Algún interés en todo lo de Marvel? ¡Subscríbete a Disney +!
Y así, cada nueva serie o película que sale en este último tiempo puede estar asociada a una plataforma que casualmente no tienes. Y es porque así se comenzó a estructurar el negocio, cuyas reglas iniciales del juego las instaló precisamente Netflix, el mismo que hoy agacha el moño y dice que sí al odiado modelo de publicidad ad-tier.
Está claro que Netflix cambió las reglas del juego para siempre. Y durante prácticamente 10 años, jugó solo. Un juego que sin duda no fue sencillo, pero es más fácil cuando nadie alrededor tuyo se está arriesgando.
Lo más complejo para jugar en las grandes ligas es levantar tu propia PI (Propiedad Intelectual). Los HBO, los Disney+, los MGM (ahora bajo el alero de Amazon) tienen literalmente décadas de contenidos e IP a su disposición, los que pueden reutilizar, modificar y hacer -en muchos casos- lo que sea con él.
Pero hay algo que ninguna compañía puede hacer. Y eso es defraudar a sus accionistas. En el momento en que te transformas en una compañía pública, tu deber es hacia tus accionistas. Y en el último trimestre, los accionistas de Netflix recibieron una mala noticia. Por primera en su historia, Netflix perdía suscriptores. Las razones van desde la mayor competencia que tienen actualmente, hasta su salida de Rusia. Pero el hecho no cambia.
Está claro que Netflix cambió las reglas del juego para siempre y, durante prácticamente 10 años, jugó solo.
The Walt Disney Company tienen decenas de negocios lucrativos. HBO MAX es parte del conglomerado de WarnerMedia. Y tanto Amazon como Apple son dos de las empresas de tecnología más lucrativas de la historia. Una de ellas tiene uno de los catálogos de propiedad intelectual más amplios del mundo y billeteras más grandes que cualquier otra empresa en la historia. Netflix no.
Netflix es Netflix. Su negocio ha sido el streaming por suscripción, basado en la constante generación de un portafolio de IP cuyo valor podría (o no…) incrementarse en el tiempo. Buena parte de esa IP original se financió con un instrumento financiero de sobra conocido: deuda común y corriente. Según el reconocido sitio de inversiones, The Motley Fool, «a partir de 2025, Netflix tendrá casi $7 mil millones de dólares en deuda vencida en un lapso de tres años. Nadie sabe cómo serán las tasas de interés entonces, pero existe una alta probabilidad de que sean más altas en comparación con cuando Netflix emitió esa deuda. Y Netflix podría encontrarse emitiendo deuda adicional si su flujo de efectivo se vuelve insuficiente para cubrir sus prolíficas necesidades de contenido.”
No son sorpresa entonces los despidos por “necesidad o reestructuración de la empresa” de cientos de trabajadores en los últimos meses, o la caída del precio de su acción en aproximadamente un 70% eliminando alrededor de $190 mil millones de dólares de valor de riqueza para sus accionistas. ¿Qué hacer entonces? Como dice el dicho, “en tiempos desesperados, toma medidas desesperadas”.
¿Qué hacer entonces? Como dice el dicho, “en tiempos desesperados, toma medidas desesperadas”.
“Este acuerdo le da a Microsoft algo que le faltaba a su creciente negocio publicitario: un inventario de transmisión de contenido de calidad que tiene el potencial de escalar”, dijo Ross Benes, analista de Insider Intelligence. Cada vez más empresas de streaming están experimentando o comprometiéndose con modelos híbridos.
Tanto Disney+ como Amazon Prime ya usan un modelo híbrido (SVOD y TVOD) que les permite cobrar más por contenido premium y que los usuarios pueden ver una vez por semana. Al mismo tiempo, pueden ofrecer más opciones para las transmisiones diarias incluidas en sus tarifas mensuales. Hulu y YouTube hacen algo similar, pero estos ofrecen modelos híbridos de AVOD y SVOD. Es decir, puedes ver contenido gratuito con publicidad, pero obtendrás más contenido y menos anuncios (o ninguno), pagando una suscripción.
Cada vez más empresas de streaming están experimentando o comprometiéndose con modelos híbridos.
Según algunos expertos, por el momento el modelo híbrido sería lo que dejaría tanto a los consumidores como a los proveedores contentos. Estos últimos, pueden enganchar con contenido gratuito (AVOD) o de bajo costo (SVOD) y luego “convencerte” para que pagues en el camino por contenido recurrente (SVOD) o premium (TVOD). El usuario por su parte tiene más opciones, tanto de cantidad como de precio.
Por mi parte, espero que esto comience a decantar en el corto plazo. La frustración al no encontrar algo (lo que sea) en una plataforma se incremente exponencialmente con el tiempo. Algunos dirán que siempre está la opción de descargarla de algún sitio. Y a ellos les digo que tienen toda la razón. Mientras, sigo sumando más suscripciones y plataformas.
Nicolás Mladinic
Asesor Sectorial de Economía Creativa de CORFO
Foto de Dima Solomin en Unsplash